Este alojamiento es un típico ryokan, lo que para nosotros sería una posada, pensada para acoger a viajeros que están de paso. En 1997 fue renovado pero el establecimiento aún mantiene el estilo y esencia históricos y tradicionales, con habitaciones con suelo de tatami. El edificio mantiene muchos elementos de madera que ayudan a que este hotel de 4 estrellas quede bien integrado en su entorno natural. Sin acceso a Internet y con el sonido del río Haya a escasos metros, es un destino privilegiado para desconectar. Además del obligado chapuzón en las aguas termales naturales, los huéspedes también pueden disfrutar de la ternera Koshu de origen local en el restaurante del hotel.
La posada Keiunkan fue fundada el segundo año de la era Keiun -y de ahí el adjetivo- por Fujiwara Mahito, hijo de un ayudante del 38º emperador japonés. Tras él, siguieron ¡52 generaciones de la misma familia! Desde entonces han pasado por ahí personajes históricos como el líder militar Takeda Shingen del período Sengoku, Tokugawa Ieyasu, el primer Shogun que controló Japón, y otros samuráis famosos que se sumergieron en sus aguas termales.